Con nuestro clima, parece mentira que fuese la ley antitabaco lo que popularizó las terrazas. Ahora hay tantas, que se hace difícil escoger, es hasta difícil caminar por la calle.

Aceitunas de apritivo

Las terrazas en las azoteas de los hoteles llegaron algo antes, probablemente como complemento a las piscinas. La novedad es que ahora son de libre acceso, cuando tradicionalmente eran espacios reservados a los clientes de los hoteles. Insisto mucho en este hecho, pero es que me parece muy relevante.

Cualquier tarde tonta, puedes hacer un afterwork, es decir, ir a tomar algo después del trabajo. Aunque suena más cool en inglés. Evidentemente, vas a pagar más por la caña que en el bar de la esquina, pero estaremos de acuerdo en que la experiencia no es la misma.

Las panes, interesante el de algas.

Con las piscinas llegaron los bares, las coctelerías y ahora parece que se están consolidando los restaurantes. Como no se pensaron de inicio, es todo un reto apostar por un tipo de cocina teniendo en cuenta la diversidad de clientes y las limitaciones de espacio.

La solución más habitual, para no saturar el montacargas, es una cocina de mise en place a la que se le da el último toque con los comensales ya en la mesa.

En la Terraza del Claris tiene una oferta amplia. Una carta de tapas, con croquetas, ensaladilla o anchoas. Un menú ligero, con diferentes platos para elegir. Y un menú largo, al que llaman “Cebo” (65€ sin bebidas). Los que veis estos videos de forma habitual, os podéis imaginar por cual optamos.

Calçot de primavera

Empezamos por lo que llaman un calçot de primavera. Es un buñuelo de estilo japonés, relleno de calçots, con guisantes y coronado con un fresón. Más estético que sabroso, es de una textura esponjosa muy curiosa.

Los dos platos siguientes son un ejercicio interesantes. Platos clásicos, de sabores claramente identificables, con un punto nostálgico, reinterpretados con técnicas modernas para que encajen con un menú largo y sean aceptados por pladares que podríamos definir como delicados.

Para aquellos ajenos a estos sabores, también es una manera de conocerlos. Una buena introducción.

«Callos»

Primero unos “callos”, croqueta de puchero madrileño, con tripa de vaca, jamón, chorizo y garbanzos. Servida con una tortilla de garbanzos y su hummus. La croqueta te transporta a esos platos de cuchara, con callos y garbanzos, para inviernos duros. La tortilla, ligera y crujiente.

Oreja brava

El segundo, una oreja brava. De cochinillo, primero la cocinan al vacío a baja temperatura durante 24 horas, después, la fríen hasta sufla. La sirven con una salsa brava y una cebolla roja en osmosi de lima.

Muy crujiente y sabrosa, con un buen contraste de sabores y un picante muy suave.

“Boquerón 2016”

Recordaréis que, últimamente hemos probado varios platos en los que se jugaba con un mismo ingrediente preparado con diferentes técnicas. El “Boquerón 2016” es eso mismo. Servido con dos mariandas, la espina frita y, de base, un caldo de estilo japonés que recuerda sutilmente a la gilda. Una propuesta interesante que rompe con la monotonía.

Chipirón “black andaluza”

El chipirón “black andaluza”, también lo sirven en dos cocciones, las patas rebozadas y fritas y el resto, al vapor en su jugo, servido con una emulsión de codium y un allioli ligero.

El chipirón casi crudo es tendencia. La verdad es que es un producto muy sensible a la temperatura y se consiguen resultados muy diferentes jugando con el fuego. Jugar con fuego, en la cocina, siempre es buena idea. A Ana le resulta demasiado viscoso, a mi me gusta, aunque en pequeñas dosis.

Arroz Costa Brava y gamba roja de Palamós

El arroz Costa Brava y gamba roja de Palamós fue uno de los platos que más nos gustó. Un arroz cremoso preparado con caldo de pollo y grumelo, acompañado de mejillones de roca, gamba roja, algas y setas de temporada.

Buena textura del grano, el conjunto recuerda a un risotto, de sabor intenso, con contrastes de mar y montaña. La gamba casi cruda, cocinada por separado, siempre queda mejor.

Jarrete de vaca vieja y berenjena a la llama

Al límite de nuestras posibilidades, llegó el jarrete de vaca vieja y berenjena. Otra cocción a baja temperatura, en esta ocasión, de 24 horas. Después, un lacado en su propio jugo y, de guarnición, unas berenjenas a la llama, tendones y salsa de tuétano. Si sois de guisos, es un plato con una carne melosa, que gana sabor gracias al lacado.

Queso dulce de remolacha

De prepostre, un queso dulce de remolacha, una mousse con yuba de remolacha, ya sabéis, la nata de soja, con una lámina de trufa negra. Espeso, con contrastes curiosos.

Semifrío de chocolate y ratafia

Después, un postre semifrío de chocolate y ratafia. La base es un merengue seco de clavo servida con una lámina fina de cacao.

Petit fours

Como es habitual, acabamos con los clásicos petit fours, macaron con costrada, una rosqueta de Alcalà y una almendra mimética. Si no conocéis los miméticos, son elaboraciones a partir de un ingrediente original, reelaborados para conseguir texturas, temperaturas y sabores diferentes, pero con la misma forma. Muy famoso el cacahuete de elBulli.

No sé qué tal deben ser los mediodías en estas azoteas, las noches de verano son muy agradables.

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Restaurante Informal, Hotel The Serras, Barcelona


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