EL MEJOR DESAYUNO DE HOTEL DE EUROPA EN EL HOTEL MAJESTIC DE BARCELONA

En 2018 el desayuno del Hotel Majestic de Barcelona fue premiado como el mejor de Europa. Concretamente por los Prix Villégiature Awards, que premian a los hoteles en diferentes categorías, como la arquitectura, la terraza, el ambiente o, como no, el desayuno.

Hay que asumir que es complicado. Para poder hacerlo, debes tener un cliente que lo valore. Por ejemplo, recuerdo un hotel en Gipuzkoa que servía yogures de caserío, le costaban más del doble que los de las marcas clásicas. En la mayoría de ocasiones, los clientes los abrían, los probaban y se los dejaban porque eran demasiado fuertes y entonces cogían otro de la marca clásica. No tuvo más remedio que retirarlos.

En formato buffet, sirven el desayuno en la primera planta de 07h a 11h. Un espacio abierto, de mobiliario clásico y tapicería moderna. Los “fielers” recordaréis la visita al Restaurante Solc, pues bien, es el mismo sitio que a partir de la una se reconvierte en restaurante, a excepción de los domingos, cuando sirven un brunch.

Bajamos pronto, para disfrutarlo con tranquilidad y, por qué no decirlo, para encontrarlo en su máximo esplendor, antes de que lo toque nadie. Cabe señalar que, como van reponiendo y recolocando, casi no pierde espectacularidad.

El desayuno se compone de tres bufés: dulces, salados y platos calientes. Tomando las primeras imágenes, enseguida me di cuenta de que no iba a ser capaz de hacerle justicia. Tal vez por la iluminación, tal vez por la disposición o, lo más probable, por mi incapacidad, pero las imágenes son claramente insuficiente para representar la cantidad de opciones y cada uno de los detalles de las muchas elaboraciones.

Es un punto abrumador. Con tanto que probar, cuesta decidirse. Lo mejor es tomárselo con calma, servirse poco y volver a repetir. Corrijo, lo mejor es hacer lo que más te apetezca en ese momento. Nosotros, cuando estamos en modo homenaje, empezamos con zumo y café, seguimos con fruta fresca, y después Ana quesos y yo fiambres y embutidos, primero pan con tomate y después con mantequilla. Evidentemente, acabamos con algo dulce.

Es muy interesante observar como se comportan los huéspedes, los hay de todas las nacionalidades y costumbres, así que deben tener oferta de todo tipo. Ves desayunos realmente frugales, otros se preparan el plato con orden y meticulosidad para no volver a levantarse y con otros es un no parar. Estoy convencido de que se disfruta mucho más cuando lo vives como algo excepcional, cuando no te lo puedes permitir a diario, aunque igual es autoconsuelo.

El café nos gusta de filtro y en jarra termo. Evidentemente, no puede ser de proximidad, pero sí de temporada. Con el café, además de la calidad del grano, hay una gran diferencia en dos momentos, es importante la fecha de recolección y también la fecha de tostado. Con el boom del café de especialidad, cada vez hay más sitios en los que tuestan café y la calidad ha aumentado muchísimo.

Ya os he contado que, cuando viajo, escribo “café de especialidad” en maps y me señala buenas cafeterías en el área. Por ejemplo, el otro día en Madrid descubrí La Colectiva Café y WAYCUP Specialty Coffee. Curioso que en ambos casos, el flat white era 50 céntimos más económico que en Barcelona.

En el bufé salado encuentras focaccias, brioches, sándwiches y bocadillos en todos sus formatos. De pastrami, de ibérico con cheddar, de tartar de remolacha, de mozzarella y tomate seco, de pollo marinado y cocinado a baja temperatura, con pan de cereales, al vapor, el clásico de tramezzini o el roti que sirven con cordero. Diría que el de más éxito es el de crema de queso, alcaparras, salmón y pepino cortado en lonchas muy finas. Mención especial para la mega sobrasada madurada de Xesc Reina

En función de la nacionalidad de los huéspedes, deben reforzar determinadas elaboraciones. Si hay más asiáticos, el arroz toma protagonismo, con los norteamericanos, el beicon, los huevos y los beans son casi omnipresentes.

El equipo de pastelería está asesorado por Jean Marie Hiblot, el pastelero de Alain Ducasse, uno de los grandes cocineros franceses. Pensé que sería un asesoramiento de incio, pero me comentaron que va relativamente a menudo. El pan y la bollería son encargados externamente. En cambio, las tartas, los bizcochos y los pasteles son de elaboración propia. Te encuentras brownies, bizcochitos de limón o chocolate, pudding, magdalenas, pancakes, gofres, lo dicho, un festival para los golosos.

Uno puede atragantarse con su comida preferida. Una metáfora para muchos aspectos de la vida que, ante un bufé libre, tiene un significado muy evidente. En principio, el formato me cuesta, en la práctica, cada vez que he estado en un gran hotel con desayuno a la carta, a pesar de que era abierta y se podía repetir tantas veces como uno quisiera, la sensación no era comparable a la que se tiene ante un gran bufé.

Es como pasear por un jardín de chocolate, escoger las flores que más te gustan y hacerte un ramo para decorar lo que queda del día. Como cuando se te pega una canción y te acompaña como si fuese tu banda sonora.

Cuando contaba en twitter e instagram que estábamos desayunando en el Majestic, me preguntaron insistentemente si se podía disfrutar sin estar alojado en el hotel. Si se puede, ahora mismo por 37 euros.

Si te sueltan que un desayuno cuesta eso, es probable que te resulte excesivo. Pero por qué pagarlo por una cena, por unas copas o por tu droga de elección y no por un gran desayuno que los vale.

Una vez más, muy agradecidos de que nos dejaran hacer lo que hacemos, poniendo al equipo a nuestra disposición. Ya solo nos queda probar el brunch de los domingos.

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