RESTAURANTE ELS CASALS, ESTRELLA MICHELIN EN EL INTERIOR DE BARCELONA
Hacía demasiado tiempo que no nos acercábamos a Els Casals. Estamos a un par de horas en coche, algo lejos para ir y volver en el día, la excusa perfecta para quedarse a dormir.
Como experiencia gastronómica, su media pensión es difícilmente igualable. Una cena ligera, de platos sencillos a base de producto y un desayuno espectacular. Pasteles de todo tipo, bollería, un pan excelente, mermeladas caseras, buenos quesos y embutidos de elaboración propia.
Mejoraría el café, por lo demás, no se me ocurre una manera mejor de empezar el día.
Después, muy recomendable un paseo hasta Cal Rovira, la explotación familiar de porcino de ciclo cerrado. Allí los cerdos viven todo el proceso de crianza, desde el nacimiento hasta el engorde.
Con ellos elaboran todo tipo de embutidos y también venden pulardas y pollos de corral. Lo bueno de ir andando es que no te puedes llevar media tienda, por muy tentador que sea.
Podríamos decir que el restaurante también es de ciclo cerrado. Mucha de la materia prima que utilizan en cocina se produce también allí. Y no solo por la carne de cerdo, en verano, sus tomates bien valen una visita.
En el mundo de las estrellas Michelin el menú degustación ya no es omnipresente. En Els Casals, se puede pedir a la carta, en la que hay bastante donde elegir. Nosotros preferimos hacer el menú degustación corto. Después del desayuno, nos pareció la mejor opción, aunque de corto tiene poco. Como con el menú largo, también se puede maridar, pero tocaba coche después de comer, así que nos conformamos con un par de cervezas.
Se empieza con dos aperitivos. El primero, una corteza de cerdo con jamón curado. Ligera y muy crujiente. Llega pinchada en un curioso soporte de madera. La estética, siempre juega a favor.
Me entretengo poco en la descripción de los restaurantes, aunque es algo que valoramos mucho. El hotel es acogedor, de una decoración sobria, con protagonismo absoluto de la madera. Aunque al ser una antigua masía, la piedra también está muy presente.
El restaurante es un espacio diáfano. El techo está cubierto de tablones en vertical, lo que ayuda a amortiguar los ruidos, algo que siempre se agradece. Entre las mesas, hay separadores, también de madera. Dan cierta intimidad, aunque hay bastante distancia entre las mesas, así que no es un problema.
Con el segundo aperitivo llega la caza, una tarrina de ciervo con castañas. Un sabor intenso que se aligera con la espuma de castañas. El pan, muy tostado y crujiente, ayuda a masticar y le de textura. Muy rico.
La ensalada de col a la brasa con encurtidos y bonito fue unos de los platos que más nos gustó. Es entretenidísimo. Vas combinando porciones de col con las diferentes puntos de salsa ácidos y dulces, también con los encurtidos, de cebolla, coliflor o zanahoria, algo de mostaza y puntos de mermelada. Lo disfrutamos mucho y, como véis, es un plato muy fotogénico. En general no es un menú muy instagramero, pero poco importa cuando está todo rico.
La “mongeta del ganxet”, una alubia en forma de herradura, suave y cremosa, la sirven con espinacas, “botifarra negra”, prima de la morcilla, y tripa de bacalao. Un mar y montaña de interior, con el embutido de elaboración propia y un pescado conservado en salazón.
Después nos sirvieron pescado fresco, no están lejos de la costa, aunque no me hacía ninguna falta, teniendo el producto que tienen.
Me gustó especialmente el crujiente y la caramelización de la tripa. Mis abuelos eran de Santa Bárbara, un pueblo cercano al Delta del Ebro. Allí se elabora la baldana, una morcilla de arroz que me parece inigualable. Cuando se fríe, se consigue esa textura que tanto me gusta. Cómo se agradecen estos platos que te hacen viajar sin moverte de la mesa.
Los pescados a la brasa me parecen riquísimos. La piel carameliza y la carne se ahuma. Con un chorrito de aceite y un pellizco de sal en escamas, son irresistibles. En casa tienen un gran inconveniente. Hay que tener espacio para las brasas y no es fácil dar con el punto de cocción, la temperatura es difícil de controlar. Además, se debe servir inmediatamente, frío pierde mucho. Al final, todo el mundo debe estar en la mesa y el cocinero queda condenado a la brasa.
En un restaurante de interior, puedo pasar sin pescado, pero quién le dice que no a una escórpora a la brasa, lo que muchos conocéis como cabracho. Con las verduras salteadas, los piñones y las pasas, la combinación daba un gran resultado.
Las frutas deshidratadas como los orejones, los higos y las pasas le dan un toque muy especial a la cocina de invierno. Comparten protagonismo con el cordero, también hecho a la brasa. El punto de cocción arriesgado. Confieso que me gusta la carne de cordero algo más hecha. Muy suave, un bocado muy completo.
ELS CASALS
Els Casals, s/n,
08517 Sagàs, Barcelona
Todo empezó en 2007. Mi tío, que por entonces nos divertía con su blog «Desde Mi Cocina», me envío un vídeo de Robert Rodríguez. Resulta que el conocido director de cine, en los extras de sus DVDs incluía vídeo recetas. Se le veía en casa, preparando una cochinita pibil. Era un formato informal, directo y breve, pensé que algo parecido podría funcionar en youtube. Subí mi primer vídeo, una receta de tortilla de patatas, se hizo viral y aquí seguimos. Desde Tarragona, compartiendo recetas y experiencias gastronómicas de todo tipo.