En la planta 24 de la Torre Colón, tocando el último tramo de la Rambla de Barcelona, está Marea Alta, restaurante especializado en pescado a la brasa y ahumados. Convive con Marea Baja, una coctelería situada en la planta inferior.
Lo primero que llama la atención son las vistas. Barcelona en 360º. Y pensar que solo hace un par de años era un local con oficinas. Uno queda hipnotizado, no tanto por el lado de mar, sino por la ciudad.
La decoración recuerda a un barco pesquero. Barco capitaneado por Enrique Valentí, con numerosos éxitos a sus espaldas, Casa Paloma, Chez Cocó, Bar Bas…
Al timón en cocina, un francés, Arthur Sotto y un japonés a cargo de las brasas, Hideaki Yoshioka. En la cubierta, en sala, está Pablo Sacerdotte controlando hasta el último detalle.
Sin duda Marea Alta es un restaurante de altura y no sólo por estar en la última planta del edificio, también y, sobre todo, por su cocina. La base, pescado y marisco, las técnicas muchas, con la brasa como protagonista.
Se puede pedir a la carta o elegir entre dos menús degustación que cambian cada día en función del producto fresco que llega a diario.
Empezamos con un consomé de pescado de roca, lima kaffir y chile, con punto picante y sabores asiáticos. Muy sabroso.
Seguimos con todo un despliegue de entrantes, una versión de clásicos enlatados. Percebes, mejillones en escabeche, caballa, anchoas y “caixetes”.
Empecé salpicándome con los percebes, casi una tradición. De Galicia, hervidos en agua de mar.
Excelentes los mejillones en escabeche, con un ahumado potente, un punto dulce, recuerda los sabores de una salsa barbacoa tradicional, un resultado realmente interesante.
Después la caballa, con un curioso escabeche de manzana. Suave. Muy rica.
Siendo de Tarragona, por la proximidad con el Delta de l’Ebre, dátiles de mar, ortiguillas, angulas o las propias “caixetes” son productos familiares. Parece que empiezan a popularizarse también en Barcelona.
Las “caixetes” recuerdan al mejillón, es muy curiosa la concha, cerrada por lo que parece una tapita con asa, tiras y se abre como una cajita. Cocidas en agua de mar, son carnosas y explosivas.
Finalmente, las anchoas, desaladas allí mismo, aliñadas con vinagre, pimienta y aceite. Merecen su tiempo, carnosas, tersas, de buen tamaño, somos muy de anchoas y hemos probado pocas como estas. Muy ricas con el pan, aromático y bien tostado.
El pargo con champiñón salvaje y vinagreta de aceite de pistacho y limón es un fuera de carta, un plato en el que están trabajando. Es un carpaccio suave, donde predomina el sabor a pistacho, que recuerda al aceite de sésamo, aunque más sutil.
Seguimos con una ensalada fresca de primavera, con buey de mar gallego, pamplina aliñada y flor de sauco frita. Curiosa mezcla de texturas y sabores que se llevan bien. Un plato sofisticado en cuatro capas, una crujiente, las flores de saúco, otra vegetal, fresca, recuerda a la rúcula, la carne del buey de mar y, finalmente, el aliño. Mejor comerlo mezclado.
La temporada del erizo está llegando a su fin así que habrá que esperar a la temporada que viene para disfrutarlo. Llega en un plato cubierto, en forma de huevo, servido con parmentier de patata, hecha como un sabayón, el típico postre de la cocina italiana con yema de huevo, azúcar y vino, en este caso con patata y sake. El resultado es muy esponjoso, casi es una espuma, cremosa, muy buen contraste para la intensidad del sabor a yodo y marisco del erizo.
Turno para las brasas, que recibimos con entusiasmo. Sardinas, kokotxas y gamba roja, todo servido en platos de mármol. Las sardinas tiene una curiosa textura, tersa, están cocidas y después ahumadas.
Por el tamaño de las kokotxas la merluza debía ser enorme, un plato que es todo producto. Tiernas, delicadas y con sutil aroma a humo.
Impresionante la gamba roja, en su punto, una cabeza jugosísima y una cola carnosa, dulce y tierna. Mejor con las manos, así la sal no se queda en la cáscara.
En el menú degustación largo, sirven dos guisos marineros que van variando y que suelen estar también en la carta. El primero, unos guisantes del Maresme, también los últimos de la temporada, acompañados de pulpito orejudo, nombre que debe a sus llamativas aletas laterales. Un caldo intenso de sepia y palo cortado, dulce y ácido, los guisantes al dente y muy sabrosos, contrastes que funcionan bien.
El segundo guiso, un excelente mar y montaña de alitas de pollo deshuesadas, con boletus y espardeñas. La salsa es tremenda, espesa, de las que se pegan a los labios y piden pan. El pollo con la piel con un punto crujiente y una carne sabrosa y algo dulce gracias a la caramelización de la piel. Las espardeñas más elásticas, un bocado en conjunto de lo más completo.
Momento álgido con el rodaballo a la brasa. Lo sirven entero, sin la espina central, sobre un caldo de aceite y vinagre, que lo conserva caliente y le da un punto de acidez interesante. Para los que la saben apreciar, ahí está la cabeza y las huevas. Textura mantecosa, un sabor como pocos, para comer poco a poco, sin retirar de la bandeja, para que conserve el calor.
Tengo un gran recuerdo de la visita al restaurante Elkano de Getaria, especialmente de la lección de anatomía del rodaballo que recibí de Aitor Aguirre, todo un maestro. En Marea Alta preparan una versión con “agua de Lourdes”, así llaman al aliño en Elkano, un plato que bien vale una visita.
Acabamos con dos postres, un primero, como prepostre, refrescante, con yuzu y eneldo.
El segundo, más contundente, una manzana al horno de una textura elástica, muy curiosa, recuerda a las golosinas y un helado cremoso de calvados que contrasta con el crujiente del crumble.
El café lo disfrutamos en Marea Baja.
Sorprende que no tenga más reconocimientos. He estado en restaurantes con estrella a años luz de Marea Alta por espacio, cocina y servicio. Todo llegará.
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Todo empezó en 2007. Mi tío, que por entonces nos divertía con su blog «Desde Mi Cocina», me envío un vídeo de Robert Rodríguez. Resulta que el conocido director de cine, en los extras de sus DVDs incluía vídeo recetas. Se le veía en casa, preparando una cochinita pibil. Era un formato informal, directo y breve, pensé que algo parecido podría funcionar en youtube. Subí mi primer vídeo, una receta de tortilla de patatas, se hizo viral y aquí seguimos. Desde Tarragona, compartiendo recetas y experiencias gastronómicas de todo tipo.