¡Hola! La lista de sitios en los que disfrutar de una buena tarta de queso en Nueva York es inabarcable. Siempre hay cuatro o cinco que destacan. Los motivos son muy variados, no sé si en una cata ciega encabezarían la lista los que están en todos los rankings.

En todo caso, la idea no es comerse la trata con los ojos vendados, sino disfrutar del momento, la ubicación, la decoración, el servicio, el acompañamiento y, como no, el sabor de un buen cheesecake.

Junior’s Cheesecake, Pasticceria Rocco, Marta, Petee’s Pie Company, Eileen’s Special Cheesecake, Two Little Red Hens… Ya os digo que la lista es larga.

Finalmente, nos decidimos por un histórico y un especialista.

Caffe Roma, 176 Mulberry St, New York, NY

Desde 1891, encuentras el Caffe Roma en una esquina emblemática de Little Italy, en Mulberry con Broome. Una vez más, un viaje en el tiempo. Uno de esos sitios que uno visita más por el deseo de que siga abierto, que por la calidad de lo que sirven.

Para los fans de Los Sopranos es parada obligatoria, dado que aparece en algunos capítulos.

Además de cheesecake, sirven todo tipo de pastas italianas, cannoli, tiramisú, sfogliatella… Había un par de mesas ocupadas y, con tanta oferta, es normal que haya muchos comentarios afirmando que las pastas no son frescas.

Pedimos el cheesecake con frutos rojos, en lugar de servir el corte de una tarta, la porción es individual. Para beber, un capuccino para Ana, servido en vaso de cristal, y un americano para mi, servido en una jarrita, rico y abundante.

La tarta de queso es empalagosa, dulce y sabrosa, como debe ser. La porción es pequeña, pero es más que suficiente.

Si estás por la zona y te apetece tocar historia, vale la pena.

Nosotros estuvimos muy bien, pero la turistada sale cara. $14,70 más propina por todo.

Eileen’s Special Cheesecake, 17 Cleveland Pl, New York, NY

Está en un pequeño local de Lower Manhattan desde 1976. Como comentaba, están especializados en la tarta de queso.

La decoración recuerda a una heladería, con espejos y mesas altas con taburetes.

La mayoría de la gente compra las tartas para llevar, ni hay mucho espacio, ni es un sitio especialmente acogedor. Eso sí, tiene una gran oferta de tartas de queso, con más de 20 versiones.

Nos pedimos un par de cafés y una tarta de fresa servida en porción individual. Una vez más, empalagosa, dulce y sabrosa. El queso, suave y cremoso. La base crujiente y grasienta. Muy rica.

Como véis, es bastante habitual que todo sea desechable. Fijáos, las tazas de café, las tapas, el envoltorio de la tarta, el plato, el tenedor y las servilletas, menos mal que el azúcar no estaba en sobrecitos. La cantidad de desperdicio que genera una sola consumición es tremenda.

Las tartas individuales están a $3.90, la docena a $43. El próximo lo dedicaremos al café de especialidad.

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