Cada uno tiene la crisis de los 50 que quiere. La mía no es muy original. Sacarle al cuerpo lo poco que le queda. No os creáis la idiotez esa de que «la edad es solo un número». Cada año pesa.

Con la percepción del tiempo que te da medio siglo en el mundo, tomas consciencia de lo vivido y de lo poco que queda por vivir en unas condiciones más o menos dignas.

El caso es que me he ganado un desayuno subiendo un monte. Concretamente en Hoernli Huette en Arosa con dos clásicos de la zona: el latte macchiato y la tarta de albaricoque.


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