Seguimos en las Islas Canarias con el búsqueda de los mejores chiringuitos, con la colaboración de Vueling y Turismo de Canarias. En esta ocasión, vamos a Fuerteventura.

En general, confío demasiado en mi suerte. Me cuesta planificar. Me resulta demasiado aburrido. Así que, en nuestros viajes gastronómicos, siempre hay sorpresas.

Estando en Lanzarote, cogimos un ferry a Fuerteventura para visitar unos de sus chiringuitos. Teníamos dos opciones. La primera, bajar hasta el Parque Natural de Jandía, donde teníamos pistas interesantes. El principal inconveniente, había algo más de tres horas en coche, entre ida y vuelta, desde Corralejo, donde nos dejaba el ferry. La otra, La Vaca Azul, un restaurante a poco más de 20 minutos.

El error fue el paseo por las dunas. Nos despistamos y, cuando nos quisimos dar cuenta, ya era demasiado tarde para Jandía. Cuando llegamos a La Vaca Azul, nos lo encontramos cerrado por vacaciones. Meteduras de pata así, llevan mi firma.

Así que nos volvimos a Corralejo, a ver si encontrábamos algún chiringuito interesante. Ninguno nos llamo la atención, así que decidimos comer en el Bar La Lonja, en el puerto, a unos metros del muelle.

Una buena oportunidad para explicar la cocina popular, algo que me pedís bastante.

Comimos en la terraza, con un tiempo muy agradable. Nos acomodaron enseguida. El servicio, rápido y atento. El mobiliario, de plástico y con publicidad. Mucho movimiento y buenas caras entre los comensales.

Además de la carta, con platos típicos, en raciones y platos combinados, hay varios “fuera de carta”.

En algunos restaurantes me han cantado los fuera de carta con los precios incluidos y creo que es una práctica que debería estar más extendida. Aunque uno siempre tiene la posibilidad de pedir los precios.

Nos decidimos por unas papas, una ensalada, unas lapas y unas sardinas.

Papas arrugadas

Las patatas no se hicieron esperar. Pequeñas, no muy arrugadas, bien cocidas, con un mojo algo escaso, pero correcto.

Lapas

Las lapas las preparan a la manera tradicional, a la plancha, con la picada o mojo típico. La verdad es que estaban durísimas. De sabor bien, de textura, bastante difíciles de masticar.

Ensalada mixta

Llegó la ensalada mixta. Muy abundante, con los frescos, lechuga, tomate y cebolla; las conservas, atún desmenuzado, zanahoria rallada, espárragos y maíz; y, lo más interesante, el queso y los higos secos. Un plato con una excelente relación calidad precio.

Sardinas

Para acabar, las sardinas, servidas con tres papas y una rodaja de limón. Una buena dosis, algo pasadas de punto.

En general, una buena experiencia por un precio más que razonable, con vistas al puerto deportivo y con mucho cliente satisfecho.

Evidentemente, una cocina de batalla, con algunos platos ya listos y algún desequilibrio, pero que te saca de un apuro.

El «fuera de carta», lo más caro. El precio nos lo cantaron, pero pedimos la cuenta y resultó ser tres euros más barato. Igual fue casualidad.

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