Los Ángeles es una ciudad enorme. Más horizontal que vertical. La mayoría de edificios son de dos alturas. Muy pocas zonas son paseables. Sin coche, es inabarcable. Con coche, no es mucho mejor, dado que el tráfico es intenso todo el día. Con un Dodge Challenger se hace más ameno, aunque estés parada en una freeway.
Aquella mañana decidimos acercarnos al Farmers Market. Abierto desde 1934 recuerda a la Boquería de Barcelona. Es un mercado, donde puedes comprar producto fresco, pero funciona más como atracción turística. A pesar de ello, a primera hora, es soportable.
Estábamos de visita porque me habían invitado a ver la recolección de las nueces de California, así que nos acercamos a la parada de frutos secos para curiosear. Resultó que Magee’s es la parada más antigua. Su especialidad es la crema de cacahuete que preparan allí mismo. 100 % cacahuete.
Un dato interesante, en los supermercados, si distingue entre peanut butter, con un mínimo de un 90% de cacahuete, y peanut spread, que a saber qué tiene.
Hay varios puestos especializados. Llama la atención uno dedicado exclusivamente a salsas picantes, con una oferta a la que vale la pena dedicarle algo de tiempo.
Si te gusta esto de la gastronomía, por los pasillos del mercados encuentras casi de todo. Además de fruta, verdura, carnes y pescados, también hay menaje y, como no, restaurantes y cafeterías.
La última vez que estuvimos en Los Angeles, descubrimos por casualidad el pastrami de Phil’s Deli & Grill. Así que repetimos. Antes, nos cogimos un café, dado que allí no sirven.
Las mesas y sillas que encuentras en los pasillos son compartidas por todos los negocios, así que puedes sentarte en cualquiera.
La carta de Phil’s es muy completa. Cocina tradicional americana hecha al momento. Huevos en todas sus versiones, hamburguesas, perritos calientes, sándwiches variados, que podríamos describir como tipo deli, y combos interesantes.
Como desayuno, el sándwich de pastrami tiene una cantidad de carne considerable, así que preferimos compartir. Por probar algo más, también pedimos una tortilla veggie de pimiento, cebolla, champiñones, espinacas y tomate. Rica, pero nada del otro mundo.
La cocina es abierta, así que puedes ver, a través de una ventana, como preparan los distintos platos. Viendo a un profesional a buen ritmo siempre se aprende algo. Por otro lado, es la mejor manera de mostrar al cliente cómo haces lo que haces.
En casi todas partes puedes elegir el pan, suelen tener de centeno, blanco, de trigo y de fermentación natural. Los días que no queríamos desayunar tanto, simplemente pedíamos pan y mantequilla, que es como piden las tostadas.
En general, nos tomábamos un café a primera hora, desayunábamos potente algo tarde y cenábamos pronto. En casi todo el país a las seis de la mañana ya está todo en marcha y, sobre las nueve, las calles empiezan a vaciarse. Arrastrando el jet lag, los madrugones no cuestan tanto.
Y vamos ya con lo importante, el sándwich de pastrami. No es el de Langer’s o el de Katz’s, pero tiene un gran nivel. Cortan la carne muy fina y ponen una buena cantidad, incluso en la versión pequeña. Está tierna, jugosa y sabrosa. Lo sirven con mostaza suave, pan de centeno y medio pepinillo, que no puede faltar. Es la combinación clásica que tanto nos gusta.
No es un lugar como para ir de peregrinaje, pero sirven un pastrami muy rico a precios razonables. Un detalle a tener en cuenta, si consumes en el mercado, el parking sale muy bien de precio. Si os pilla cerca, es una visita que recomiendo.
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Todo empezó en 2007. Mi tío, que por entonces nos divertía con su blog «Desde Mi Cocina», me envío un vídeo de Robert Rodríguez. Resulta que el conocido director de cine, en los extras de sus DVDs incluía vídeo recetas. Se le veía en casa, preparando una cochinita pibil. Era un formato informal, directo y breve, pensé que algo parecido podría funcionar en youtube. Subí mi primer vídeo, una receta de tortilla de patatas, se hizo viral y aquí seguimos. Desde Tarragona, compartiendo recetas y experiencias gastronómicas de todo tipo.